La implicación política de las lógicas colectivas desde su posibilidad de invención

Vázquez Tanya

La implicación política de las lógicas colectivas desde su posibilidad de invención

En-claves del pensamiento

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias Sociales



El libro nos presenta una investigación acerca de las circunstancias que hacen posible la capacidad de invención de un colectivo en acción, ese acaecer que se distingue de aquellos procesos que reiteran lo instituido. Ana María Fernández se cuestiona sobre el escenario y los avatares que dan lugar a la invención imaginante, cuáles son los factores que permiten el surgimiento de una figura o forma de sentido que resulte disruptiva frente a lo establecido.

En la fase inicial del texto se advierte la manera en que la autora dirige sus pasos en la investigación, estudiando el proceso que va desde la red de significaciones imaginarias sociales hacia la singularidad de sentido que emerge en la producción de subjetividad. La propuesta de Ana María Fernández consiste en pensar la subjetividad vía su producción, en vez de enclaustrar su sentido en una esencia invariable.

Exhorta a trabajar sobre una problemática, vale decir, atender a un conglomerado de problemas entreverados, desplegándose y enlazándose, diferenciándose y remitiéndose entre sí; esto implica apertura y recursividad como condiciones que van construyendo el método. En tales factores radica su inclinación por el vocablo met-odhos: "ponerse en camino", tratando de expresar que mientras se perfila una vereda en el propio andar, "se va armando método". Ana María Fernández, Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades (Buenos Aires: Biblos, 2007), 30. 1

La autora acude al aporte foucaultiano de la construcción de caja de herramientas, pues, mediante la elaboración conceptual se intenta producir instrumentos para pensar problemas, distinguiéndose de aquellas prácticas en las que teorías y/o autores referentes se convierten en vehículos de discursos incuestionables. Además, la configuración de la caja de herramientas es paulatina, teniendo apertura a nuevas teorizaciones, en tanto la elucidación responde a situaciones específicas.

En esta obra, Ana María Fernández le apuesta a pensar problemáticamente, mediante la construcción de estrategias de pensamiento que no sucumban entre devociones o animadversiones hacia los autores que fungen como referencia para el trabajo de investigación. En ese sentido, la autora busca asirse de un legado castoridiano, elucidación, vale decir, "el trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan", Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad (Buenos Aires: Tusquets Editores, 2010), 12. 2 abonando a una manera particular de efectuar la indagación, un procedimiento que parte de las respuestas hacia la reconstrucción de las preguntas, en aras de averiguar sus impensables. Esta práctica se ejerce en disposición a escrutinios y replanteamientos, abierta a inéditas puntualizaciones, manteniendo rigurosidad.

Gradualmente, la autora evoca algunos conceptos básicos en la obra de Cornelius Castoriadis; precisamente, la primera parte del libro está compuesta por un análisis de ciertos postulados de este filósofo y psicoanalista, entre ellos, estaría la noción de imaginario social; dicho bloque constituye un basamento para las posteriores disquisiciones expuestas en la segunda y tercera parte, secciones que se abocan a la elucidación del dispositivo implementado por la cátedra I de Teoría y Técnica de Grupos de la Facultad de Psicología (Universidad de Buenos Aires), así como al análisis de la propuesta teórica: lógicas colectivas de la multiplicidad.

Ana María Fernández acompaña al lector en redescubrir algunos conceptos formulados por Castoriadis, se permite mirar en retrospectiva sobre los pasos andados, insistir en ciertas nociones cuando lo considera pertinente, de tal manera que ofrece una lectura sensible a los cauces del cuerpo teórico apuntalado por Castoriadis.

A través de una fluida exposición de las ideas, la autora transmite los puntos de encuentro entre la perspectiva castoridiana y la obra de Foucault, reconociendo la relación de la problemática del poder y la producción de significaciones colectivas, ya sea en su dimensión de preservar lo instituido, aunque también como vertiente disruptiva, propiciadora de cambios, posibilitando rumbos que permitan sustraerse de los disciplinamientos sociales. Esta articulación impele a cuestionarse por la inserción de los dispositivos de poder en la sociedad, además de la forma en que inciden en la producción de subjetividad.

Apoyándose en Enrique Marí (uno de los primeros argentinos estudiosos de la obra de Castoriadis), el texto trae a la memoria que el dispositivo procura que la fuerza y el discurso del orden estén entreverados con los imaginarios sociales, pues la fuerza requiere de las otras dos instancias para salvaguardar el poder instituido, es decir, fungen como condiciones para que el dispositivo opere y reproduzca el poder.

La autora nos recuerda que las significaciones imaginarias sociales no tendrían que ser explícitas para la sociedad que las instituye, pero están comprometidas con las acciones sociales, proceso a través del cual siguen conmoviéndose.

Castoriadis buscó posicionar la teorización sobre la fuerza de creación, vía el imaginario radical, sin embargo, el pensamiento heredado que concibe al ser en la determinación no ofrecía suficientes herramientas para situar su propuesta. Entre otras cosas, Castoriadis alcanzó a comprender que la ontología heredada funciona en una lógica identitaria o de conjunto, considerando al ser como determinado, es decir, actuando como lógica de la determinación que dependiendo de los casos sería relación causa-efecto, de medio a fin o de implicación lógica. El análisis de este filósofo y psicoanalista habría de reconocer que la lógica conjuntista identitaria tendría limitantes para la elucidación de todo lo que es. He aquí la aporía que Castoriadis identificó y le impulsó en su investigación sobre aquellas cuestiones del ser que no se ajustan al ser determinado.

Fernández muestra que la lógica de los magmas, un recurso estudiado y propuesto por Castoriadis, apelaría a pensar de otro modo la clásica oposición y enlace entre la razón y lo no racional, proponiendo que un magma no se reduce a los conjuntos identitarios que en él residen, lo que lleva a avizorar la multiplicidad que le sostiene. Ésta no es numerable, se trata de una indefinida cantidad de elementos cambiantes que pueden referirse unos a otros.

Reconocer la multiplicidad magmática, abre el camino a Castoriadis para investigar sobre el devenir de lo histórico-social, enfrentándose a la ontología heredada. Desde esa puntualización, Ana María Fernández recapitula que las significaciones imaginarias sociales siendo simbólicas trabajan en lo implícito, enlazadas por remisión, hallándose "indefinidamente determinadas". Fernández, Las lógicas colectivas, 80. 3

En diversos momentos, Ana María Fernández volverá a entretejer aportaciones de Castoriadis y Foucault, por ejemplo, cuando señala que el imaginario social instituyente, a través de los nuevos organizadores de sentido, viabilizados en prácticas sociales, alude a los deseos que no se atan al poder, desestabilizando prácticas, desdisciplinando cuerpos, cuestionando sus instituciones. Los procesos revolucionarios en una sociedad dependen del carácter instituyente de nuevos organizadores de sentido, estos resultan factibles porque el orden precedente se va trastocando en su posibilidad de cohesión. Las insurrecciones entrañan acciones políticas, cambios subjetivos, económicos y simbólicos, desde donde se generan las circunstancias para poner en marcha estrategias que reestructurarían las disposiciones de los poderes, así como nuevas estrategias biopolíticas tendientes a conformar otros dispositivos que obren en la gobernabilidad, procesos de objetivación y subjetivación.

La autora advierte que las nuevas invenciones de sentido no necesariamente se refieren a asuntos de radicalidad revolucionaria, pues, durante el siglo XX emergieron diversos movimientos que buscaron posicionar expectativas focalizadas, entre ellos, los movimientos de mujeres y los movimientos de jóvenes, cuyas acciones conmovieron las significaciones imaginarias de la sociedad instituida e instituyeron otros sentidos.

El libro continúa haciendo otras precisiones en torno a los universos de significaciones y sus operaciones en lo implícito, éstas favorecen las latencias colectivas que encauzan ideas y prácticas sociales, incidiendo en la configuración de los cuerpos situados en una época, clase social y género, contribuyendo a su disciplinamiento o a formas de resistencia que se opongan a tal.

Se hace referencia a las jornadas de producciones grupales, evento que se realiza cada cuatrimestre en la cátedra I de Teoría y Técnica de Grupos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, donde se reúne a maestros y estudiantes, teniendo el propósito de generar experiencias grupales de formación, desde donde sea posible pensar la subjetividad, lo grupal, las instituciones. Algunas temáticas presentes en tales actividades son: cuestiones institucionales relativas al contexto inmediato de la experiencia estudiantil y sus aspiraciones profesionales, pero también remite a distintas instituciones que inciden en la vida cotidiana, es decir, el gobierno, la religión, la familia, entre otras; además, durante las operaciones se alude a acontecimientos históricos, sociales y políticos, tanto actuales como precedentes.

La autora afirma que su investigación exhorta a pensar la subjetividad como devenir. En el texto reseñado, dicho abordaje se realizó a través de las producciones de un dispositivo grupal-institucional en acción (jornadas de producciones grupales), pero asimismo mediante algunas puntualizaciones sobre las asambleas barriales y las fábricas recuperadas en Argentina (a partir de diciembre de 2001). Un caso que permitió pensar la producción de subjetividad en colectivos que actúan por medio de sus propios dispositivos, en lógicas colectivas de la multiplicidad, oponiéndose a la delegación representativa y las jerarquías como formas de organización, intentando la horizontalidad y la autogestión, asumiendo directamente lo que consideran preciso atender, haciendo estallar la lógica de lo Uno (calificada como disyuntiva porque lleva a excluir opciones o jerarquizar), imaginando y discutiendo alternativas, llevándolas a la acción política, dando lugar a las diferencias, pensadas en su dimensión de multiplicidad.

Referencias

Ana María Fernández, Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades (Buenos Aires: Biblos, 2007), 30.

Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad (Buenos Aires: Tusquets Editores, 2010), 12.




Notas al pie de pagina

Ana María Fernández, Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades (Buenos Aires: Biblos, 2007), 30.

Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad (Buenos Aires: Tusquets Editores, 2010), 12.

Fernández, Las lógicas colectivas, 80.


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